Huella Olfática
2017-2022
1
Proyecto colaborativo/participativo en constante producción
2
Baraja, Mapas, dibujo, destilación de sudor,
y biblioteca de espectros oloríficos humanos.
3
Investigación no solicitada:
Sobre la interocepción y el pensamiento olfativo
4
Regresar a baraja CLICK AQUÍ
2017-2022
1
Proyecto colaborativo/participativo en constante producción
2
Baraja, Mapas, dibujo, destilación de sudor,
y biblioteca de espectros oloríficos humanos.
3
Investigación no solicitada:
Sobre la interocepción y el pensamiento olfativo
4
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La baraja que preparamos, así como la activación de la Huella
Olfativa, es una invitación abierta a incorporar su
olor personal a nuestra biblioteca de espectros oloríficos humanos, que surgen
de la misma intención: la búsqueda y creación de nuevos vocablos
olfativos.
Llevamos algunos años pensando en el tipo de comunicación que
caracteriza a los olores, y lo que dice sobre los cuerpos o entidades que los
emiten: pueden ser cuerpos sin órganos como los sistemas urbanos, el
reino plantae, la industria cosmética, las entrañas de la tierra, o la cultura
gastronómica de cualquier sociedad, entre muchas otras opciones. El
común denominador es que los olores y el sistema olfativo son un sistema
de señales que interrelacionan a todos los cuerpos y sus estados interiores
sin filtros, es uno de los sentidos más horizontales con los que contamos,
pues es difícil discriminar o seleccionar la información que provee de
nuestros medios, a diferencia de la mirada, no es posible elegir hacia
dónde oler, las moléculas y componentes que articulan este tipo de
paisajes viajan en colectivo e ingresan a nuestro interior pues está ligado
a la respiración, alterando nuestra composición química.
Otro común denominador es que los olores y el sistema olfativo
constituyen el conjunto de señales más primitivo y más abierto del que
tenemos nota, sugiriendo que las primeras formaciones cerebrales
estaban dedicadas a afinar este sentido. En una de las cartas que
presentamos, una perspectiva en picada, o corte transversal del sistema
olfativo humano, junto con las mucosas, los cachetes, paladar, tabiques y
demás, parecen un cerebro en sí mismo (carta 6), también comprensible
como la primera sección del cerebro.
Nos interesa entender el olfato como todo un sistema que permite
comprender diferentes dimensiones de la realidad que no operan bajo la
misma lógica categórica cartesiana.
En investigaciones contemporáneas sobre cómo este sentido
articula la interocepción, esto es, la capacidad de sentir el interior de
nuestros cuerpos, de conocer el estado de nuestras vísceras, de nuestros
humores, órganos y sentires, el sistema olfativo se articula con lo que han
llamado nervio vago (carta 8), el responsable de comunicar el estómago
(carta 5 y 7), el cerebro y el olfato, creando estados de alerta, de
satisfacción, de antojo, entre otras palabras que también se encuentran en
la baraja y que fungen como alicientes sobre el olfato como modo
relacional con el entorno, modo de conocimiento del paisaje exterior y del
paisaje interior. Un aspecto interesante es que este tejido de órganos
puede ser responsable de asuntos como la depresión, la ansiedad, la
tristeza, entre otras emociones. Esto rompe con el esquema psicologista
que ubica estas condiciones en un plano meramente mental, y en cambio
articula de nuevo el cuerpo en una totalidad sentiente.
Por otro lado, es el sentir más complicado de capturar, de reproducir, o de
regenerar, de archivar. Debido a esa misma cualidad, es del que menos
registro se tiene, y se ha mantenido en una especie de segunda categoría
en relación a los otros medios culturales: lo gráfico-visual, lo
sonoro-auditivo, lo escultural-táctil. Accedemos a su conocimiento más a
partir de la literatura, la poesía, y el relato en general, que a su forma
misma. El ejemplo más trillado siendo Proust, hasta los hallazgos
recientes en la pirámide del Sol de Teotihuacan de un pasaje en el que se
encontró un manojo de hierbas, ofrenda ritual intacta que nos acerca a las
tradición aromática azteca.
También sabemos que los griegos y egipcios aplicaban sesiones de baño
con hierbas y otras sustancias preciosas dentro los círculos nobles, entre
ellas, miel y aceite de olivo, pero no hay mucho más registro; entre los
antiguos pobladores de estas tierras ahora mexicanas, las ofrendas
estaban constituidas principalmente por resinas preciosas que surgen de
árboles, flores y semillas, junto con la dosis cotidiana de sangre ofrecida
mediante punciones, otra de las imágenes que articulan la baraja: una
escena matutina en la que dos aprendices untan sus cuerpos con sangre,
copal y tierra al amanecer (carta 25), rutina cotidiana para entablar
comunicación con las deidades, y constituir una cosmética acorde al
pensamiento religioso.
Entre nosotros contemporáneos existen múltiples tipos de régimen
de producción y construcción del espectro olfativo que emanan nuestros
cuerpos, aunque el común consiste en la desodorización del cuerpo y el
bloqueo del nervio vago, o la interocepción propia: dando lugar a cuerpos
anósmicos: es decir, incapaces de olerse, ya sea por un régimen cultural o
por el blanqueamiento de los espacios y los cuerpos. Ello unido a la
obsesión retiniana que también consiste en un régimen de
blanqueamiento del aspecto de nuestros cuerpos, siempre tendientes a la
blanquitud, a la asepsia, que nosotros vemos perfectamente representado
en el panóptico: arquitectura de la vigilancia absoluta, que se ha
interiorizado en la vigilancia de nuestro interior y su cancelación.
Así, estos vocablos: panóptico y anosmia, dieron lugar al panósmico, cuya
vocación es ser un observatorio de la anosmia colectiva, de la ausencia de
capacidad olfativa, de interocepción y de comprensión de la entraña,
buscando mecanismos de resistencia nemotécnica en estas épocas
extrañas, de pérdida de sentidos generalizada.
La intención de compartirles todo esto es proponer la creación de otros
vocablos por su parte, que quizás en la experiencia de llevar un diario no
formal de sus alimentos e interacciones varias, higiénicas, hormonales
pueden pensar en algún término que funcione mejor para referir un
humor interno, una sensación corporal que brinde la experiencia del
cultivo de la propia huella, o la atención a cierto olor que les acompañó en
los pasados días.
Algunas de las preguntas que nos hacemos para acompañar la conciencia
olfativa, derivan hacia otros lugares de la manipulación de los cuerpos.
Cómo nos camuflamos y con qué generamos espejismos, mímesis, cripsis,
quién decide cómo huele un cuerpo sano, cómo se ve un cuerpo sano.
¿Qué mecanismos cotidianos alteran mi capacidad de interocepción, de
dónde vienen las nociones que me habitan sobre lo que considero es un
buen o mal olor? La baraja es un punto de partida para rastrear los
vocablos que nos permiten acceder a la dimensión olorífica, al lugar de lo
húmedo que se adhiere a los pliegues y los recovecos oscuros, que se
acumula en las cavidades que son también portales entre el adentro y el
afuera: boca, fosas nasales, poros, ano, vagina; y como estos lugares
forman parte de un sistema inteligente que se comunica y comunica su
experiencia en el mundo a través del olor.
Así toman forma en distintos momentos los dos proyectos con los que
queríamos acompañar el Canto de la Yerba Bruja, la Huella Olfativa como
una forma paulatina de prestar atención, de activar la interocepción para
dar a conocer nuestro temperamento y carácter olfativo; mientras que la
producción de sidras nace de un proyecto muy específico, que consiste en
la relación entre el microbioma de los cuerpos metropolitanos, afectados
por la cloaca, que lleva las aguas negras de la ciudad de México al Valle
del Mezquital, y las recibe de vuelta en forma de alimento por conducto
de la Central de Abastos, a donde llegan todos los vegetales producidos en
el Mezquital.
La producción de fermentos y alimentos vivos en general habla de
la concepción de un estómago compartido que puede tener muchos
rostros, por ejemplo, en la carta 27 encontramos un antiguo petrograbado
de Zimbabwe en el que un cazador de miel está humeando una colmena
que parece un sistema digestivo: intestino grueso e intestino delgado a
partir de las distintas partes de la colmena, en el artículo en el que
aparece se sugiere que la miel y el cultivo de colmenas de abejas es
fundamental para la obtención de energía extra y habilidades cognitivas
en el ser humano, una vez más, la alianza interespecie; otro ejemplo es la
posibilidad de cultivar bacterias benéficas para nuestros sistemas
digestivos, que nutran y constituyan cuerpos más resilientes a partir de
relaciones, ya no con animales o plantas, sino con bacterias en sí, que
habitan nuestro interior, a las cuales podemos darles las condiciones
idóneas para que se reproduzcan y se alíen con nosotros para defender un
habitar común en la tierra desde la vida, a diferencia de los patógenos que
generan las aguas muertas que expulsamos hacia varios puntos del Valle
de Anáhuac. Y contrario a la lógica de la medicina occidenatal que aspira
a crear espacios esterilizados.
La creación de sidra con manzanas criollas provenientes del Valle del
Mezquital es una biorremediación para nuestros delicados estómagos que
habla de un cuidado distinto de la colectividad.
Por último, encontramos también un par de cartas que hablan de modelos
energéticos que consideramos más adecuados para pensarnos como
membranas permeables que están en constante intercambio con el
exterior y el interior: una botella de Klein, y un toroide, o torus, cartas 21
y 26. Estas figuras sintetizan lo que venimos platicando, son estructuras
energéticas que rompen con la noción de un límite corporal marcado por
la epidermis y más bien considera un flujo de intercambio continuo, que
nos constituye a todos en formadores de espacio y de atmósfera,
responsables de lo que nos atraviesa como colectividad multiespecie.
Gracias por leernxs, con amor
Mariana y Manolo