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El revés de la sombra no es el reflejo en el agua
Museo MARCO|Espacio Uno, 2023

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Instalación programada para visualizar el uso del agua del museo en vivo, y esculturas de cerámica y plata cubirtas de micro-plástico extraído de la presa Endhó. Fotomural drenaje profundo.

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El revés de la sombra no es el reflejo en el agua




El revés de la sombra no es el reflejo en el agua expone parte de la investigación que el colectivo panósmico ha desarrollado en torno a los intercambios materiales del Valle de México y el Valle del Mezquital. Los artistas toman como punto de partida los últimos 120 años de expulsión de aguas negras a través del drenaje profundo de la capital con destino al Mezquital, para entender la transformación de ese territorio, de un desierto a un vergel de hortalizas. La metodología del colectivo parte de la idea que la evidencia material extraída y retrabajada revela directamente su propia historia y su sentido simbólico. La presencia de la arcilla, la tierra, el  agua, el plástico y la piedra en la exhibición constituyen entonces elementos metonímicos de complejos territorios socio-ecológicos. Trabajando con nociones como el rastro metabólico de las aguas negras o la formación de suelos, panósmico propone aquí dos instalaciones derivadas de sus exploraciones en la presa Endhó y la mina Puzolana en Tula.




La instalación Escritura del agua nace del interés de los artistas por imaginar el trazo subterráneo del líquido que hace posible la vida en las metrópolis y que trenza entre sí distintas latitudes. La obra consiste en un circuito de sensores conectados al flujo del agua de los baños del museo MARCO, cuya información es transformada en tiempo real en dibujo por una pluma robótica, en un gesto asimilable a una escritura ritual. El papel en movimiento en que se plasma el dibujo simula la corriente que en este momento recorre las tuberías del museo, a su vez conectadas al complejo sistema de alcantarillado, atarjeas, colectores, interceptores, tubos de distribución y emisores, que acarrean el agua ahora negra a lo largo de la ciudad hasta su destino de descarga final. Se dibuja así la relación entre el actuar cotidiano y los flujos subyacentes soportados por la infraestructura urbana. Es finalmente un reflejo de nuestras interacciones ecosistémicas, en un palimpsesto que describe la entrópica actividad humana.



La segunda instalación reune seis piezas cerámicas, parte de una serie de objetos que panósmico ha fabricado utilizando materiales residuales encontrados en el valle del Mezquital, que son expulsados de la capital mediante inmensos sistemas hídricos como el que recubre la pared central de la sala de exhibición. Se trata principalmente de microplásticos recopilados minuciosamente de los suelos, resultado de los intercambios orgánicos e inorgánicos entre la capital y el valle del Mezquital, organismos no vivos, a la vez artificiales y parte íntegra del paisaje, que recubren las vasijas de arcilla extraída de las minas de la región. Estas vasijas, cuencos y corales excéntricos, hablan de una era marcada por los desechos y el plástico. Convertidos en arqueología acelerada, grotesca y excelsa a la vez, estos objetos narran esa fuerza geológica que somos, capaz de afectar de manera tóxica los espacios que habitamos y a la vez de hacer de un desierto un vergel.




El colectivo panósmico está compuesto por los artistas Mariana Mañón y Manolo Larosa. Su práctica se centra en las relaciones entre los seres y los territorios, desarrollando colaboraciones transdisciplinarias con campos como la arquitectura del paisaje, la bioquímica médica, el urbanismo democrático y la cartografía social. Ha expuesto en espacios nacionales como el Museo de Arte Moderno, Museo de Arte Carrillo Gil, Museo Histórico Etnográfico de Caborca, Instituto Vernácular y LIGA, Espacio para la Arquitectura, e internacionales como LU’UM (Hamburgo) y MANIFESTA12 (Palermo).





























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